
«Il dolce far niente»
Il dolce far niente o cómo disfrutar del placer de descansar
Hoy en día son muchos los que parecen estar instalados permanentemente en la prisa. Viven con la sensación de no llegar a tiempo a las cosas (¿qué cosas? habría que preguntarse), bajo el estrés constante por cumplir con lo previsto y dominados por una cierta actitud bulímica que les empuja a consumir información, datos y sensaciones sin parar (…) Exacto. Respira. Párate y escucha.
En italiano existe una frase que haría a más de uno llevarse las manos a la cabeza: «Il dolce far niente». Significa disfrutar del placer de no hacer nada.
Como bien se explica en este artículo, el culto a la velocidad tiene su origen en la revolución industrial, por lo que está estrechamente relacionado con el desarrollo de la economía. De ahí que algunos autores consideren al reloj, y no a la máquina de vapor, como el mecanismo clave de la edad moderna. Decía Cortázar en su Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj que cuando te regalan un reloj te regalan “un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire”. Y es que la obsesión por maniatar el tiempo y el inevitable control que este acaba siempre ejerciendo sobre nosotros forman parte de los miedos más antiguos de la humanidad.
Desde salir a la banqueta o asomarse por el balcón a dejar la vida pasar hasta sentarse en un café y ver a las personas que caminan por la calle, esta filosofía nos permite descubrir el encanto que tiene la simpleza de la vida. Pero, ojo, el placer de no hacer nada, tampoco hay que confundirlo con pegarse al ordenador, abusar de la televisión, las redes sociales, a la pantallita del Smartphone… No. No es eso. Hay que saber desconectarse para ser personas.
En plena era de la hiperconexión global, el gusto por la aceleración ha comenzado a perder fuerza en algunos ámbitos, dejando paso a una nueva filosofía centrada no tanto en los resultados como en el disfrute del proceso, no tanto en la eficacia productiva como en la calidad de lo que se experimenta y, en definitiva, se vive. No es pecado poder disfrutar de un buen sofá frente a la televisión, ya sea porque la tengas encendida o apagada, simplemente descansar. De hecho, es recomendable hacerlo.
Si está saturado o estresado, le recomendamos que se tome su tiempo para descansar en una de nuestras camas articuladas y experimentar este estado de «Il dolce far niente» tan parecida a nuestra expresión: el placer de «tocarse las narices».
Foto de portada: Pixabay | Fuentes: Muhimu